Contratar un seguro de hogar puede ser tanto una exigencia del banco a la hora de establecer la hipoteca sobre la casa como una elección libre (al no existir obligación legal), aunque altamente recomendada, para cualquier propietario que quiera anticiparse a los múltiples riesgos que puede sufrir su recién adquirido inmueble. De hecho, varios estudios indican que alrededor de tres cuartas partes de los propietarios (también algunos inquilinos, con seguros por el contenido, no por el continente) cuentan con una póliza de estas características en nuestro país. Y es que, sin pretender generar una alarma injustificada, lo cierto es que su contratación contribuye decisivamente a la tranquilidad de los tomadores antes, incluso, de haber padecido algún siniestro.
Primer paso: conocer el valor de los bienes
Afrontar la cuestión sobre qué seguro de hogar contratar supone valorar una gran variedad de cuestiones con la intención de que la póliza finalmente elegida sea la que mejor se adapta a nuestras circunstancias particulares. En primer lugar, conviene inventariar los bienes que hay en la casa, conocer el valor real de dichos objetos y hacer una estimación aproximada tanto del contenido, todo lo que no se puede considerar como parte constituyente del inmueble, como del continente, que son básicamente los materiales con los que se ha construido el inmueble y que forman parte de su arquitectura fundamental.
En esta cuestión concreta hay que tener en cuenta lo que se considera “objeto de valor”, debiendo declarar solo, con independencia de un posible “valor emocional”, los bienes que superen los dos mil euros o el veinte por ciento del valor total de su contenido. También conviene comprobar lo que las aseguradoras conocen como “objetos de valor especial” pues sobre ellos suelen incluirse excepciones en la cobertura, al igual que sucede con los “bienes codiciables” o joyas, sobre las que también conviene preguntar.
En cualquier caso, conviene evitar incurrir en el “infraseguro”, esto es, que el seguro no cubra el valor real de los bienes teniendo presente que el asegurado va a ser indemnizado, en cualquier caso, con una cantidad proporcional a la suma asegurada. En este punto hay que tener presente también que hay viviendas difíciles de asegurar en la medida en que la valoración de sus bienes pueda ser excesivamente alta (y muy arriesgada por ello) o porque por las características del inmueble –año de construcción o materiales– no merezcan la confianza de la compañía. Muchas empresas tampoco aseguran los inmuebles si en ellos se lleva a cabo una actividad industrial o mercantil, aunque no sea la principal.
Segundo paso: analizar las coberturas de los seguros de hogar
Además de conocer el valor real de los bienes, antes de decidir qué seguro de hogar contratar conviene conocer bien la oferta, es decir, las características habituales de estas pólizas, los paquetes básicos, intermedios y de gama alta en los que se suele dividir dicha oferta en la mayor parte de las compañías. Las cuestiones básicas incluirían los daños ocasionados por incendio, humo o explosión, las filtraciones por agua o relacionadas con fenómenos meteorológicos como la nieve o el granizo, el cambio de cerraduras, el impacto de un rayo y las roturas de cristales, espejos, sanitarios y otros objetos de similares características. Sin embargo, en función de lo que se esté dispuesto a pagar, hay seguros que cubren los daños asociados a un atraco en la calle, los que puedan causar nuestras mascotas a terceros, la asistencia en viaje o la asistencia médica urgente por poner solo algunos ejemplos. En función de los supuestos garantizados, pero también de las ya mencionadas características del inmueble (las originales, pero también las sobrevenidas en caso de reforma) y del capital asegurado, la empresa fijará la prima, es decir, el precio a pagar por la póliza.
En todos los casos, como también sucede en muchos otros campos, hay que averiguar si el seguro incluye un periodo de carencia (un tiempo durante el cual la póliza no es efectiva) o exclusiones que puedan resultar determinantes al tomador del mismo, incluidos los límites que establecen habitualmente en la responsabilidad civil a terceros. También es importante informarse, a partir de la experiencia de otros tomadores, del funcionamiento efectivo, de los tiempos de reparación y el grado de satisfacción con los trabajos realizados.
Tercer paso: comparar y elegir
Finalmente, antes de tomar la decisión sobre qué seguro de hogar contratar infórmate a través de agentes y corredores de seguros y compara todas las opciones pues se trata de un mercado altamente fragmentado y competitivo. Sírvete de las empresas comparadoras de seguros y ajusta la inversión a los bienes y coberturas que realmente necesitas, que son las que incluyen, en definitiva, todos aquellos gastos que, en caso de tener que afrontarlos, ocasionarían un grave trastorno a la economía familiar.
Por lo tanto, la clave para dar una respuesta apropiada a la cuestión que encabeza esta entrada pasa por conocer bien nuestro inmueble y los bienes en él contenidos, las características de nuestra economía familiar, las circunstancias más habituales por las que se pueden ocasionar daños en la vivienda y, muy importante, el propio mercado de seguros, sus procedimientos habituales, los actores que intervienen y la naturaleza de la oferta.