De todos los seguros privados, el seguro de salud familiar es el más económico, lo que lo convierte en el más atractivo y rentable de cuantos se ofertan dentro de este mercado. Este tipo de póliza tiene que ser contratada por una persona adulta integrada en un núcleo familiar, aunque no es necesario que viva con su pareja. Estos seguros acogen a cónyuges, hijos hasta dieciséis años y también a aquellas personas mayores si hay un vínculo de dependencia evidente con el tomador del seguro, aunque con todas las salvedades relacionadas con el colectivo de mayores de 60 años. Como norma habitual, este tipo de seguro sale más económico cuanto mayor sea el número de personas en la unidad familiar pues, a cada miembro que se añade, el descuento es progresivamente más cuantioso. De esta manera, contratar un seguro de salud familiar es una manera sencilla y económica de acceder a una atención médica privada.
Tipos de seguro de salud familiar
En cuanto a la tipología, el seguro de salud familiar apenas sí se diferencia del seguro privado contratado por particulares en la medida en que nos vamos a encontrar con las mismas modalidades: aquellas que ofertan un cuadro médico concreto y un acceso ilimitado a servicios de atención primaria, aquellas otras que introducen el copago como una posibilidad, promoviendo la estimación por parte de las familias de posibles demandas o cautelas tomadas a futuro, y también va a estar disponible para la contratación aquella otra modalidad en la que el cliente elige el especialista que le va a prestar los servicios y la empresa aseguradora se responsabiliza de reembolsar una parte concreta, previamente acordada, del gasto realizado. Es decir, el seguro de salud familiar viene a contar con la misma y variada gama que el previsto para particulares, para que sean los clientes quienes, en última instancia, puedan adecuar su decisión a sus preferencias o necesidades.
¿Qué cubre un seguro de salud familiar?
Por lo que se refiere a las características, es importante informarse bien sobre las coberturas, pues hay servicios que pueden marcar la diferencia. Así, hay que leer con detenimiento si el seguro de salud familiar incluye dentista y atención bucodental, si los servicios son totalmente gratuitos o solo lo son en un porcentaje. También hay que prestar atención a la cobertura de salud mental, el acceso a psicólogos (normalmente limitado) o también a actuaciones de planificación familiar relacionadas con la fertilidad o esterilización. También resulta interesante saber hasta qué edad quedan cubiertas las atenciones a los bebés antes de añadirlos a la póliza como un miembro más de la familia. En cualquier caso, como siempre recomendamos, conviene comparar (acudiendo a empresas especialistas en esta materia o de manera particular aunque, sin duda, más costosa en términos de tiempo) fijándose en todas las opciones que incluyen las distintas pólizas, en las exclusiones que pueden resultar determinantes para lo que estamos buscando y en las coberturas efectivas en determinados campos que consideremos cruciales para nuestro bienestar y el de toda la familia.
También hay que tener presente el modo en el que fijan los precios las empresas aseguradoras, algo que, de nuevo, reproduce las pautas de los seguros particulares en el seguro de salud familiar. Es decir, es más gravoso contratar un seguro si hay niños muy pequeños y, por lo tanto, una demanda mayor de servicios de pediatría y, también, por un motivo análogo, se tiende a “castigar” económicamente a parejas en las que la mujer se encuentra entre los 28 y 35 años, edad en la que, por motivos biológicos y también sociológicos, es más habitual quedarse embarazadas. De igual manera, aunque por razones radicalmente distintas, también encarecen los seguros de salud familiares cuestiones clínicas como el sobrepeso (y su incidencia en enfermedades cardiovasculares), determinadas dependencias y adicciones como el alcoholismo y el tabaquismo con sus consabidas consecuencias y, por último, la geografía en cuanto que el lugar de residencia es un factor que abarata o encarece el precio de contratación.
Así pues, en definitiva, podemos concluir que el seguro de salud familiar es una muy buena alternativa si se ha tomado la decisión de acceder a una póliza de estas características pues, con idénticas condiciones de acceso el precio viene a ser proporcionalmente mucho más barato. De igual modo, conviene recordar que es conveniente consultar en páginas de empresas comparadoras de seguros y también leer e informarse a través de fuentes directas o indirectas sobre la efectividad en términos prácticos de cada póliza en base a la experiencia de otros usuarios. Solo de esta manera es posible acceder a la calidad asistencial, a las garantías de los distintos cuadros médicos o la celeridad en los trámites administrativos que muchas veces se vuelven necesarios. Por lo tanto, aun cuando desde un punto de vista general los seguros de salud familiares parecen una buena alternativa para proteger a su familia, lo ideal es consultar uno a uno sus características y comprobar, en atención a escenarios futuros, prioridades y expectativas, cuál de todos se ajusta mejor a nuestras necesidades.